En el camino de ser cristianos, en ocasiones nos encontramos en una desesperación constante por fallar en alguna prueba, por caer en la tentación o bien por dejarnos llevar por malas conversaciones o malas lenguas.
Es ahí donde quiero compartir mi experiencia:
En ocasiones, no sé porqué o cómo explicarlo, pero cuando me encontraba en una prueba que sabía que era una prueba, salía ileso, triunfante y dándole gracias a Dios por haberme ayudado.
Pero ¿qué es lo que pasaba cuando, por ignorancia o por debilidad la prueba me ganaba? Lo normal, llegaba al arrepentimiento, a la tristeza, a pensar en que le falle a aquel que ha dado todo por mí… total, me sentía de la patada.
Pero viene lo extraordinario: caer en una prueba no significa que nos hicimos más débiles, al contrario, si la prueba la vemos con los ojos de Dios, con la vista de Dios, sabremos que Dios quiere personas íntegras, que mostrarán su debilidad constantemente, que sufriremos por la tribulación, pero CONFIAREMOS EN DIOS.
Eso es algo grande. Saber que estaremos probados día a día, que según como superemos la prueba vendrá una más, porqué escrito está que Dios nos perfeccionara hasta el día de Jesucristo.
Así que los invitó que un pequeño momento doloroso, una vivencia que nos lastima, y en general alguna experiencia que no nos gusta, tengamos confianza en Dios, que lo que nos pasa es temporal, pero el amor de Dios es eterno.
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